Seguramente alguna vez te has hecho una de estas preguntas: ¿quién soy yo?, y ¿qué me hace diferente a los demás?
Aunque es algo complejo de contestar, es fundamental reflexionar sobre estos aspectos, especialmente cuando hablamos de la importancia de saber “vender” tu marca personal en un mercado cada vez más competitivo. Este artículo no pretende resolver en sí mismas las preguntas, pero sí pretende marcar una guía que sea de utilidad para que cada uno haga el ejercicio de contestarlas.
En un contexto laboral cada vez más competitivo, construir y posicionar tu marca personal se convierte en una necesidad tanto de supervivencia como de rentabilidad. Por esto, tal y como lo titula este artículo, no solo basta con hacerlo bien, también es clave comunicarlo bien.
“…En un contexto laboral cada vez más competitivo, construir y posicionar tu marca personal se convierte en una necesidad tanto de supervivencia como de rentabilidad… ”
Para ello, es clave conocer el concepto de personal branding: la estrategia de una marca que lleva tu nombre.
En primer lugar, es importante entender al personal branding no solo como una técnica de persuasión publicitaria, sino como un proceso para gestionar y proyectar tu marca personal. Lo anterior, debe considerar cada uno de los aspectos que inciden en la forma en que otras personas te perciben y entienden aquello que, como profesional, les puedes ofrecer. Se trata de seleccionar de forma estratégica, el conjunto de valores, habilidades y aptitudes con las que quieres que te identifiquen y que serán tu bandera ante empleadores, colegas y clientes potenciales, para avanzar en tu carrera profesional.
Lograrlo parece ser todo un reto, pero no es necesario ser un ‘Top Voice’ de LinkedIn para desarrollar un personal branding. De hecho, a continuación presentamos tres consejos esenciales, para que cada uno pueda hacer el ejercicio de definir su propia marca personal:
1. Explora, medita e identifica
Así como toda marca necesita una identidad clara, un logo memorable y una historia que contar, debes reconocer aquello que te caracteriza. Podrías empezar haciéndote tres preguntas esenciales: qué haces, cómo lo haces y—sobre todo—por qué lo haces.
Responder al ‘qué hago’ implicará reconocer las habilidades, conocimientos, experiencias y servicios que te distinguen en el mercado y que serán la base de tu propuesta de valor.
Al evidenciar el ‘cómo lo hago’ reconoces tu estilo, metodología y procesos de trabajo. Este apartado es crucial para identificar los aspectos en los que tienes ventajas competitivas sobre otros profesionales con habilidades similares, mostrando tu enfoque particular y cómo añades valor a través de tu modus operandi.
Por su parte, el ‘por qué lo hago’ se concentra en profundizar en las motivaciones, valores y pasiones que inspiran tu quehacer. A partir de esta introspección, es posible descubrir los insumos correctos para comunicar tu esencia de manera auténtica y genuina.
“…Recuerda: las personas nos acercamos a quienes comparten nuestros mismos valores, por lo cual, el puente que te separa de tus clientes se fundamenta en evidenciar propósitos compartidos.… ”
2. Storytelling: el poder de contar tu historia
Relatar experiencias personales y profesionales que expresen tus valores, pasiones y experiencias tiene el poder de estrechar lazos emocionales con quienes nos escuchan o leen. Narrar tu propia historia implica humanizar un discurso comercial; es decir, centrarse más en añadir valor y en relacionarte, que en vender. Esto te hace más cercano y permite que otros vean valor en tu perfil, para crear relaciones de confianza.
Recuerda que en una buena historia siempre hay un héroe, un guía y un villano. Muchas personas cometen el error de querer posicionarse como los héroes, por lo que se esfuerzan por destacar todas las ventajas que tendría un cliente si los elige; sin embargo, el héroe de tu historia siempre deberá ser tu cliente. Ellos son los protagonistas de una narrativa en donde tú, deberás mostrarte como el guía que sabe cómo derrotar al villano que los aqueja (que son los problemas que tú puedes ayudar a resolver).
Ser el guía no significa volver tu marca la antagonista de la historia ¡Al contrario! Se trata de asumir el liderazgo desde una posición de mentoría, de sabiduría y sobre todo, enfocada en evidenciar al héroe (tu cliente) la importancia de incluirte en su historia.
3. Reputación online: crea el contenido por el que quieres ser recordado
En la era digital, tu presencia en línea es tu carta de presentación. Jobvite asegura que el 93% de los reclutadores utilizan las redes sociales para evaluar a los candidatos. ¿Por qué?, sencillo: lo que publicamos es un reflejo de lo que somos. En este orden de ideas, tus redes sociales—en especial las profesionales como LinkedIn—deben responder correctamente al territorio de marca en el que quieres posicionar tu personal branding. Por esto, compartir contenido relevante y de valor que demuestre tu experticia es una gran táctica. Creas interés y generas confianza mientras difundes conocimiento. Recuerda que el mejor contenido no solo se centra en lo que tú quieres contar, sino en lo que tu audiencia quiere escuchar.
No olvides que tu red de contactos, colegas y clientes son el target group de tu ‘campaña’ de marketing personal. Lo que dice la gente de ti será, en última instancia, lo que el mercado medirá como tu valor de marca.
Ante todo, el branding personal es un viaje de autoconocimiento y una herramienta de proyección. Al conocer tu esencia, comunicarla con eficacia y construir relaciones genuinas, puedes crear una marca que no solo te distinga, sino que también inspire y atraiga a quienes te rodean.
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Por: Daniela Milagros Chávez Mendoza
Autora